sábado, 3 de mayo de 2014

Intentaré no parecérmele nunca




"...A Cósimo, el comprender el carácter de Eneo Silvio de Carrega le benefició en algo: entendió muchas cosas sobre la soledad, que después le sirvieron en su vida. Yo diría que siempre llevó a cuestas la imagen singular del Caballero Abogado, como advertencia de en qué puede convertirse el hombre que separa su suerte de la de los demás, y consiguió no parecérsele nunca."

Empiezo la entrada con este fragmento de el Barón Rampante de Italo Calvino (y con una disculpa por la larga ausencia), libro que me ha acompañado estos días. Toda mi obra tiene que ver lejanamente con mis días, con mi sentir y con el andar. Supongo que es normal con tanta peregrinación que haya traído las Ciudades Invisibles en la mente, no quise volverlo a comprar pues aunque es un libro que amo lo tengo en mi estantería en México y en Saint Jordi en Barcelona decidí regalarme el Barón Rampante, es cuando uno se da cuenta que esta fijación por las plantas, las flores y los insectos no es gratuita. 

En el trabajo manual, todo se permea. Es un lenguaje tan íntimo que al dejarse llevar primero por el lápiz, después por los hilos, uno termina hablando consigo mismo, reconociendo qué hace falta y qué se está cargando de más.

¿En qué puede convertirse el hombre que separa su suerte de la de los demás?
Y como Cósimo, intentaré no parecérmele nunca. 


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